jueves, 22 de marzo de 2012

Historia absurda

Hace unos días Lourdes les propuso a los chavales hacer una historia absurda, de esas que no tienen ni pies ni cabeza.


Esta es una de ellas:

Erase una vez a la luz de una farola apagada, un gato con pinchos y un erizo con pelo. 


Tarareaban un libro que acababan de mirar con los ojos cerrados. El libro se llamaba Japo sin nombre y como su autor no era anónimo no lo pudieron conocer.


Después firmaron en un ordenador invisible, para recordar siempre y olvidarse tal vez.
El gato con pinchos se llamaba Erizo y tenía una pata de palo que llevaba en la cabeza y en  la que guardaba un tobogán de madera  quemado rigurosamente.


El erizo de llamaba Gato y hablaba cinco idiomas, Animal y el idioma de los palos que contaba como cuatro, ya que hay muchos en el mundo.


Entres sus amigos palos se encontraba la pata de palo de Erizo el gato, ya que se la había encontrado Gato el erizo.


Mientras firmaban llego Poto el humano con orejas de elefante, pico y piernas de oso. Se llamaba pato porque era tan feo que daban ganas de potar.


Bueno, eso, llegó y se acopló y empezó a firmar grandes carteles invisibles pero de color morado, que colgaban de las nubes rojas que escupían zumo de tomate.


Una nube se enfadó, dio a Poto en toda la cara zumo de tomate.  Éste se enfadó y fue llorando hierbas hasta su casa al borde de la montaña Baja, que era muy alta.


Erizo y Gato siguieron firmando ordenadores invisibles con sus bolígrafos hechos de bronce macizo como los de los JJ.OO.



Gracias a su autor Jose Casado de 1ºC por compartirla con nosotros.

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